Antecedentes
Los antecedentes de soldaditos de juguete -si se los puede denominar así- se remontan a los tiempos del antiguo Egipto, donde se hacían representaciones de los soldados de aquellas épocas labrados en madera policromada, con lanzas de metal y escudos recubiertos de cuero, como los que aparecieron en la tumba del Príncipe Emsah o Masashite, de la XI Dinastía, de aproximadamente 2000 A.C. (Museo del Cairo), o la figura encontrada en la excavación de Rosegg, con una data aproximada a los 1000 AC. (Carintia), o tal vez como aquellas pequeñas efigies de guerreros encontradas en países del litoral mediterráneo realizadas en metal o arcilla, representándolas a pie o a caballo.
Otro hallazgo que data del Imperio Romano es una figura plana de 6 cm de alto representando a un legionario o gladiador romano que se halla en el Museo Británico.
Se han hallado vestigios similares en Italia, España, Gran Bretaña, Alemania e inclusive en Abisinia (áfrica).
Si bien la mayoría de las piezas fueron encontradas en construcciones funerarias donde podrían haber sido hechas con el fin de utilizarse como ofrenda a los muertos o las divinidades, también podrían haber ocupado cierto lugar afectivo dentro de los primeros años de sus infancias, que representaban a aquellos que veían y querían emular en el futuro de su época. En su libro "Coleccionismo de soldados" Don José Allende Salazar hace mencion a que en algunas excavaciones en Italia, este tipo de figuras sólo ha sido hallado en las tumbas de los niños.
Durante la Edad Media y el Renacimiento se producen, mediante coladas (sistema de fundición), figuras de metal tridimensionales que podrían ser representaciones de los caballeros y guerreros medievales a pie o a caballo de la época, como parte del juego infantil de Torneos de Caballeros utilizado por los hijos de los príncipes o nobles (como ejemplo podemos citar a los caballos y jinetes de bronce expuestos en El Kunsthistonerishes Museum a Vienne, que datan del 1550, o los de la colección del Bayerisches Museum de Munich).
A inicios del siglo XVIII (a partir de 1730), donde el desarrollo del juguete se va incrementado, aparecen los primeros soldaditos planos en producciones en serie orientadas a satisfacer el mercado infantil existente.
En su origen eran de dos dimensiones, hechos de hojalata y estaño, realizados en moldes de pizarra grabados.
Los primeros fabricantes fueron los hojalateros de Nuremberg. Esta ciudad era conocida desde el siglo XVI, según las crónicas, por la fabricación de juguetes, actividad suplementaria a la fabricación de objetos de estaño o joyería. Contaba con la abundancia de minas en la zona, así como un nutrido cuerpo de comerciantes que llevaban los juguetes a través de las rutas comerciales de Europa, existentes desde la Edad Media.
Los soldaditos planos eran baratos de fabricar y fáciles de distribuir, no ocupaban mucho espacio, resistiendo cualquier daño tanto en el viaje como en la exhibición.
Otro de los materiales usados era la madera, siendo nuevamente las ciudades alemanas, en especial la región de Sajonia, la cuna del juguete de madera. Los soldaditos eran fabricados por campesinos junto a otros juguetes, llevándolos luego a comerciantes, quienes se los compraban posteriormente, encargándose de su distribución por toda Europa.
A partir del siglo XVIII la pintura de los soldados de madera, basada en tintes naturales, pasa de los tonos oscuros a colores más vivos. Pronto la producción de soldaditos se expandió por Inglaterra, Italia, Francia e inclusive España. El auge de esta gama de soldaditos duró hasta bien entrado el siglo XIX.
Otros materiales usados fueron el papel y la cartulina; según Lidya Darbishire, en su Enciclopedia del Coleccionista, hace la aclaración de que a pesar de que la creencia popular da su origen en las láminas de uniformes y escenas de batallas impresas en Alemania, la verdadera cuna del soldadito de papel es la ciudad de Estrasburgo, donde en 1744 el impresor Seyfried realiza rápidamente la impresión de uniformes militares debido al interés que mostraron los habitantes de la ciudad ante la presencia de las tropas de Luis XV, saliendo a venderla por las calles, lo cual fue un éxito, que llevó a otros impresores a copiar su idea.
Dichas láminas representaban a las tropas montadas del Regimiento de Caballería de Orleans. Aunque habia impresiones de uniformes militares en el siglo anterior, se cree que Seyfried fue el primero en sacar láminas diseñadas como recortables.
Entre los más destacados impresores podemos citar a Nicolas Pellerin (1703-1773) y su compañía "Les Vosgues", H.R.G. Silberman (1800-1876).
Nuevamente en Alemania se originan los clásicos "soldaditos de plomo". Los fabricantes alemanes realizaron piezas semiplanas, pues querían que sus obras fueran más atractivas o realistas, ya que estaban hechas de estaño y en mayor proporción plomo. El cuerpo de las figuras era ligeramente más redondeado, mientras que las piernas seguían estando sujetas en línea recta a la base o peana.
Estas piezas se hicieron populares en la segunda mitad del siglo XIX, eran un poco más gruesas que las figuras planas, con más detalles destacados. Están a la mitad de camino entre una figura plana y las figuras más tridimensionales.
Entre los más destacados artesanos de la primera época del semiplano podemos citar a los dos primeros artesanos Allgeyer y Schweizer, siendo una de las últimas compañías en fabricarlos la de Gebruder Schneider durante la década de 1900. En la actualidad los soldaditos semiplanos no son los más populares entre los coleccionistas.
En lo que respecta al origen del soldadito macizo de plomo, los primeros indicios se ven en Francia, donde no hay un gran interés en los planos y semiplanos.
Un artesano del metal llamado Lucotte comienza a trabajar una serie de figuras modeladas redondeadas (ronde-bosse). Estaban completamente realizadas en una aleación de estaño, plomo y antimonio, pero eran vendidas ya pintadas; dichas piezas eran baratas, abarcando un amplio espectro del público. En este período aparecen las figuras de Mignot, las que junto a las de CBG (Cuberly, Blondel y Gerbaud) constituyen la C.B.G. Mignot.
A partir de la mitad del siglo XIX las compañías alemanas, en respuesta al éxito de las figuras francesas modeladas, sacan figuras del mismo estilo, siendo algunos de sus fabricantes más conocidos: Heyde de Dresden, Haffner o Heinrichsen de Nuremberg.
A mediados del siglo XIX el comercio de soldaditos de juguete era una salida comercial viable, ofreciendo una admirable variedad de figuras que se exportaban a todo el mundo.
No nos podemos olvidar de los soldaditos de plomo hueco, los cuales surgen como una respuesta mucho más económica a la fabricación de las figuras planas, semiplanas y macizas.
En 1893 William Britains, fabricante inglés de juguetes, entra al mercado del soldadito de juguete con sus figuras huecas, las cuales compiten con los soldados planos alemanes y los macizos franceses. El éxito adquirido por Britain fue tan grande que en poco tiempo adquirió el primer lugar en ventas, convirtiéndose en el mayor fabricante de soldaditos del mundo.
Las figuras huecas (hollow cast) se fabricaban manualmente. Se vertía una aleación liquida de estaño, plomo y antimonio en un molde de bisagra metálica, normalmente de latón, donde el metal daba vueltas por el molde, retirándose rápidamente, lo que dejaba una capa de metal enfriado en el interior de la cavidad del molde. Al separar las dos mitades del molde aparecía la figura modelada.
Entre 1900 y 1955 el vaciado fue la técnica más extendida para la fabricación de soldaditos.
Britain, a pesar de tener las mejores piezas del mercado, tuvo muchos imitadores y competidores; entre ellos podemos citar a Charbens, Soldarma, Cherilea, Crescent y John Hill & Co, por ejemplo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, debido al aumento del precio del metal y al desarrollo del plástico, se produce una caída en la producción de figuras huecas, por lo tanto, a partir de 1967, Britain comienza a producir piezas de plástico que recreaban las características de los anteriores soldaditos metálicos.
Entre algunos de los nuevos productores de soldaditos de posguerra en el continente americano podemos citar a Estados Unidos y Argentina.
La comercialización de los soldaditos, en los territorios de EE.UU -cuya producción era totalmente europea-, datan de los siglos XVIII y XIX. Recién en los primeros años del siglo XX se producen las primeras series de soldaditos de juguete de plomo, siendo en un principio copias de los sets de la ya famosa Britains.
Como antecedente, a fines del siglo XIX una empresa, la Grey Iron Casting & Co, utilizaba hierro colado para la producción de sus soldaditos, siguiendo con el mismo material ya bien entrado los '30. Entre las empresas más conocidas podemos citar a Marx, Barclay, Comet Metal Products.
Los fabricantes pioneros de soldaditos en nuestro país datan de 1930 y 1940. Estos produjeron las primeras piezas de origen nacional, basadas en las famosas matrices Schneider a escala artesanal, y generalmente sin pintar. Posteriormente se incorporaron figuras de producción argentina en diversos materiales, como madera, plomo macizo, hojalata litografiada y pasta, que representan con sus equipos y uniformes las escenas cotidianas de los soldados argentinos en campaña.
Entre las marcas registradas de origen nacional hasta la fecha podemos citar a:
Notifix (1935 - 1924) Viruta (1962 - 1961, 1958 - 1950) Grafil (1954 - 1950) Austrandia (1955 - 1950) Falucho (1965 - 1950) La Banda (1950 aprox.) Metralla (1954 - 1953) Reyco (1955 - 1952) Terry (1957 - 1953) |
Mambrú (1962 - 1955) Birmania (1988 - 1984, 1965 - 1955) Talin (1955) Yelmo (1959 - 1957) Jugal (1965) Roche (1988 - 1966) La Huinca (1975) Oklahoma (1975) Pessot (1978 - 1988) |
Las marcas más conocidas son Mambrú y Birmania, que sirvieron de entretenimiento a los niños argentinos durante las décadas del '50, del '60 y bien entrada la del '70.
Los fabricantes de estos viejos soldaditos (marca Mambrú y Birmania) transformaron algunas figuras o usaron de molde a los soldados -huecos y macizos- de plomo de origen británico, francés o alemán. En este caso se trata de la marca inglesa Timpo (Toy Importers Co.), hacedora, sin lugar a dudas, de las piezas basales que nos exponen los uniformes y las características de la Segunda Guerra Mundial.
Entre otros materiales utilizados también se encuentra la mezcla, más conocida como pasta.
Con el término "mezcla" se ha designado una amplia gama de materiales, incluidos el papel maché, cartón, fina lámina de papel comprimido.
Entre las primeras se encuentra la utilizada por los fabricantes de juguetes de Sonnenberg -en Alemania- a principios del siglo XIX, denominada brotteig, la cual se utilizaba para fabricar las cabezas y cuerpos de las muñecas. Más adelante, para la fabricación de soldaditos, a mediados de 1850 se utilizaba una pasta a base de harina de centeno, yeso, arena y pegamento. A pesar de la dificultad del moldeado de la mezcla (más que en el metal), tiene mucha aceptación entre los coleccionistas. En la actualidad no se encuentran en gran cantidad, siendo de interés general incluso por los museos, como parte integral del arte popular.
A finales del siglo XIX la mezcla se utiliza para la producción de series de figuras económicas. Posteriormente la mezcla es sustituida por el plomo para la fabricación de soldaditos.
Las figuras de pasta tienen un resurgimiento a principios del 1900, donde se conforma una nueva mezcla basada en un compuesto resistente y relativamente barato, formado por elementos básicos como aserrín, caolina y cola de hueso. Su descubridor fue Emil Pfeffer, oriundo de Viena, quien en 1895 era dueño de una compañía que comercializaba bajo el nombre de Tipple-Topple, dedicada a la fabricación de animales de zoológico, set de nacimientos del niño Jesús, figuras ferroviarias, vaqueros e indios, los cuales eran modelados con mucha habilidad.
Las figuras se obtenían presionando la masa pulposa en un molde de latón de dos secciones; luego se reforzaban las partes más débiles, como brazos y piernas, con estructuras de alambre. Se cerraban las dos mitades o secciones, quedando unidas las dos partes por la viscosidad de la masa, y se cocinaban en un horno a baja temperatura. Cuando estaban listas se les sacaban los rebordes y se nivelaban las uniones, aplicándose posteriormente la pintura.
Entre las marcas más famosas en fabricación de soldaditos de pasta podemos citar a Elastolin, nombre comercial de la firma Hausser, fundada por los hermanos Otto y Max Hausser, quienes fabricaban desde 1904, aunque la compañía Hausser, según Darbyshire, no estuvo registrada hasta 1926.
En 1925 la compañía Pfeiffer fue vendida a Hausser, que se trasladó a Neustadt. Tanto las piezas Elastolin como las de Tipple-Topple eran tan parecidas que sólo es posible diferenciarlas por su sello, si es que lo llevan.
Otras firmas que se dedicaron a la fabricación de soldaditos de pasta son: Lineol y Leyla, en Alemania; Durso, en Bélgica; Nardi, en Italia; y en Argentina podemos citar algunos intentos como el de Plombel por los años '50.
A pesar del dominio del plástico en el mercado de los soldaditos de juguete, a mediados de los años '70, se reproducen nuevamente los soldaditos de plomo, o mejor dicho de una aleación de plomo y estaño, los cuales son conocidos como nuevos soldaditos de plomo. Dichos soldaditos tienen un mercado moderado entre los coleccionistas, siendo mayoritario sin lugar a dudas el de los coleccionistas de viejas y antiguas figuras.
Coleccionar soldados de plomo, plástico (o cualquier otro material), pintando, modelando, o simplemente adquiriendo figuras, es una forma de llenar el espacio de ocio de las personas, cualquiera sea su condición social.
El coleccionismo es un medio para adquirir conocimientos y cultura en forma amena y divertida. Y este tipo en particular ayuda a conocer la historia, la geografía, las ciencias sociales, la pintura, el dibujo y hasta la música.
Aunque el elemento guerrero a simple vista propone la violencia, esta actividad es un medio para comprender la inutilidad de la Guerra y las bondades de la Paz.
En este mundo conflictivo y estresado es también una forma de relax. La belleza y la exactitud del uniforme, el interés histórico, la representación real de momentos del pasado que interesan en especial, son razones para iniciar una colección.
Se deben tener en cuenta ciertas pautas para realizar algo orgánico:
PRIMERO. El espacio físico destinado a la colección.
SEGUNDO. Si vamos a coleccionar piezas de juguetes, juegos de guerra o piezas de colección propiamente, investigar año, procedencia o marca determinada.
TERCERO.
Si nos mueve el valor estético y artístico o si deseamos piezas de una época o una Nación en especial, o ejemplares de determinadas armas (Infantería, Caballería o Artillería y también Armada o Fuerza Aérea).
Paola y
Roberto Lodoli